martes, 29 de junio de 2010

ESBOZO DE UNA DEFENSA DE WAGNER FRENTE A THEODOR W. ADORNO.

Theodor W. Adorno adopta con demasiada frecuencia en su obra de ensayismo intelectual filosófico un insoportable tono de listillo dialéctico. Los galimatías dialécticos con los que está continuamente pasándose de listo, por ejemplo en su “Ensayo sobre Wagner”, son bastante más ociosos para la construcción de una crítica que la contraposición sin mediaciones entre los valores vitales de lo noble y elevado, por un lado, y lo vulgar y mezquino, por otro, que aparece con claridad dramática en la obra del Maestro de Bayreuth. La positividad ideal de los sencillos temas de nobleza, heroicidad, compasión y redención con los que Wagner configura su obra se oponen al prosaísmo del mundo burgués con más fuerza y potencialidad crítica que toda la negatividad desesperada y angustiada del arte de vanguardia del siglo XX, del que Adorno fue exegeta y entusiasta.
En su “Ensayo sobre Wagner”, Adorno hace uso de su dialéctica, que más que meramente negativa podría ser calificada de nihilista, como método de sospecha frente a todo positividad ideal del valor superior, que es desenmascarada como “ideológica”. Parece funcionar con ella una especie de egolatría crítica que sólo acepta como no ideológica el propio modelo de crítica, que siempre se salva por ser un modelo que permanece cómodo e impoluto en su negatividad pura. Para Adorno, la dialéctica es un simple método ensayístico ingenioso con el descubrir la bajeza ideológica oculta de toda positividad ideal y de toda crítica que no se amolde a los cánones de un materialismo histórico insuficientemente revisado. El proletariado casi nunca aparece en la obra de Adorno, pero da la impresión de que se ele echa en falta continuamente como única instancia que al no poder concebir ninguna imagen de lo ideal se libraría de las ilusiones del rebelde burgués, que en este caso, para Adorno, es Wagner. La descripción de éste como seudorrebelde pequeñoburgués puede ser consideradad la idea central de del “Ensayo sobre Wagner”. Pero hoy podemos decir que la rebeldía causada por las veleidades idealistas, subjetivistas y autocontradictorias del pequeñoburgués sensible todavía seguir´ña existiendo cuando se haya apagado hasta el último recuerdo de la insurrección proletaria que se reclamó conforme a la presunta objetividad “científica” de la historia.
Después de tanta dialéctica, sobre la que cabría preguntarse si sirve para algo más que para que el pobre lector se haga un lío en la cabeza, la impresión que deja este ensayo de Adorno, y por lo demás toda su obra, es que en él funciona un humanismo materialista enrarecido que chapotea y masculla su jerga en medio de su falta de fundamentos normativos positivos. La crítica social sólo puede tener sentido y fundamento si nos apoyamos en un positividad ideal de contenido, como la que se ha mencionado que aparece en la obra de Wagner. Y la falta de fundamentos de la crítica no puede ser remediada, como ha intentado hacer Haberlas, con el recurso a lo formal-procedimental de la positividad pragmática de la orientación del lenguaje al entendimiento intersubjetivo. Pero desde luego no basta con utilizar, como hace Adorno, un concepto enfático de verdad, como él mismo lo llamó, opuesto al de apariencia, completamente descontrolado y carente de cualquier garantía procedimental normativa. Es un arte afirmativo como el de Wagner el que puede señalar a un modo de vida normativamente mejor distinto del que socialmente se soporta, no un arte como el vanguardista que produce la negatividad de la angustia y la desesperación. No se puede descalificar como mera “ideología” compensatoria y limitada a un autosatisfecho psicologismo del consuelo individualista el que muchas personas no dispuestas a hundirse en una negatividad estética destructiva de toda apariencia positiva del valor, en el nihilismo estético del vanguardismo, puedan entrever un mundo superior a través de la obra de Wagner. La crítica sólo se puede sostener en una afirmación del valor superior y esta afirmación necesita de su positivación concretísima, como ocurre en el “Parsifal” con el Santo Grial, que en su objetividad material realísima y sensible representa la presencia innegable de lo valiosos superior: la verdad, el bien y la belleza. Nadie puede decir cómo se llega hasta él si no lo conoce, pero en su conocimiento sensible como objeto indudablemente presente lo que permite distinguir la falsa apariencia de la verdad redentora, o si se quiere, de la verdad que permite la crítica emancipadora.

NOTA SOBRE EL MITO

Que un dogma religioso sea un mito no quiere decir simplemente que sea mentira, pues el mito es expresión de los deseos y aspiraciones más enraizadas del alma humana y de su estructura psicológica profunda y lugar privilegiado de lo esencial humano. Que sea una Revelación es otro cantar. Como dice el por otro lado poco recomendable, por ser teórico del racismo, H. S. Chamberlain, yerno de Richard Wagner, “los mitos no son simplemente un recurso para salir del paso y llenar lagunas, aquí y allí, sino el elemento fundamental que lo informa todo”. O como también ha sido expresado por el filósofo existencialista Karl Jaspers: “El mito es, pues, el lenguaje inexcusable de la verdad trascendente. La creación del auténtico mito es el verdadero esclarecimiento. Este mito alberga dentro de sí la razón y se halla bajo el control de la razón. Por medio del mito, por medio del símbolo y la imagen, adquirimos nuestra conciencia más profunda del límite”.
(Recojo estas citas del tan despreciado por la “escolástica” académica actual y sin embargo imprescindible libro de Georges Lukács “El asalto a la razón”, obra apropiadísima para entender y asimilar las corrientes filosóficas irracionalistas alemanas que en ella se pretende denostar, pues la mejor hermenéutica es la crítica hecha desde supuestos filosóficos cosmovisionales y políticos firmes, sean los que sean, y no las lindezas de la hermenéutica académica “investigadora”, que no quiere comprometerse política y cosmovisionalmente con nada.)
El autor moderno que más ha insistido en la importancia vital y política del mito ha sido Georges Sorel (gran admirador de la Iglesia católica como institución, por cierto), el ingeniero sublime, como yo le llamo, creador de lo que podemos llamar una revisión del marxismo irracionalista, antiintelectualista, antipacifista, antiprogresista y antirreformista, que veía en la lucha sindical obrera de su tiempo, con su mito de la huelga general, ante todo un revulsivo contra la decadencia burguesa, y que se convertiría en una de las fuentes del fascismo, de la que bebió el propio Mussolini en su deriva desde el socialismo revolucionario hacia la fundación del partido fascista. Para Sorel un ejemplo histórico de la fuerza y grandeza del mito estaba representado por el movimiento triunfante de los primeros cristianos.
El mito también ha sido revalorizado contemporáneamente por los profundos delirios, que tanto gustan a los esotéricos, de Jung y su inconsciente colectivo. Aunque aquí la apelación al poder de los “arquetipos” o representaciones míticas que subyacerían en un inconsciente desexualizado y sustancializado colectivamente desemboca, como bien observó Freud, dentro de la práctica terapéutica en las inoperantes vaguedades de la “autorrealización” entendida en el sentido de una trivial psicología del yo que ha abandonado la crucial problemática antropológica de la contradicción deseo-realidad, que es el núcleo fructífero de la concepción freudiana del inconsciente, potencialmente subversiva contra toda ensoñación “idealista”, esotérica o no esotérica, sobre lo humano.

viernes, 11 de junio de 2010

NOTA SOBRE LAS LLAMADAS "CENAS ROMÁNTICAS"

Es curiosa la tontería que muchas mujeres tienen con lo que ellas llaman "cenas románticas". Me da la impresión que para buen número de damas el momento culminante de la relación con el otro sexo se produce en estas cenas llamadas románticas con velitas, vino selecto y en un entorno natural o cultural sugerente. He podido comprobar esto en páginas de contacto de internet y también en la realidad "normal". Es una pena que tantas mujeres hagan un uso tan cursi del término "romántico", cuando el verdadero romanticismo es algo tan serio y, a la vez, tan problemático.

NOTA SOBRE EL PROCESO DE AFEAMIENTO GENERAL DEL MUNDO

El afeamiento general de Europa -como decía Nietzsche-, y ya de todo el mundo, se produce no por la mala voluntad de los "feístas", como algunos llaman a los representantes estéticos de la modernidad, y no se limita a las fechorías artísticas de los llamados vanguardistas, sino que hace mucho tiempo que ha penetrado en el propio mundo de la vida extra-estético de nuestra sociedad y es debido a la obra conjuntadel capitalismo, la tecnociencia y el liberalismo. Como es imposible acabar políticamente con estos tres monstruos, que van a destruir el mundo y que ya lo han desruido en un sentido espiritual, y como es imposible desmontar el tinglado horroroso que hay montado sobre la Tierra, vamos a tener que aguantarnos y jodernos como imbéciles y a asistir impotentes al ocaso definitivo de toda cultura superior y de todo espíritu en nuestra civilización planetaria.