miércoles, 10 de febrero de 2021

RECUERDO DE MI ABUELO MATERNO

 En mi abuelo materno, un pequeño comerciantes de telas, llegué a atisbar, siendo yo adolescente y joven, algunos restos de la ideología de la antigua y republicana clase media progresista. Era él también un gran admirador de la burguesía empresarial catalana. Y a pesar de la fuerte religiosidad católica, sureña y castiza, de mi abuela y de la tradición levítica intelectual de la familia de esta, por comentarios oídos en casa parece ser que mi abuelo en su juventud había sido anticlerical.

En la Guerra Civil fue movilizado por el bando republicano y llegó a servir como teniente en el arma de artillería. Tras la derrota, estuvo internado brevemente en un campo francés de refugiados, pero por la inexistencia en él de compromiso con el bando perdedor pudo regresar pronto a España. Recuerdo que me contaba que en una ocasión, estando él combatiendo en la zona de Cataluña, un comisario político se había extrañado de que siendo él teniente no estuviera afiliado a ningún partido político. Mi abuelo le había contestado que él, antes de la guerra, solo se preocupaba por las veladas con los amigos y por el cine y que igual le daba pertenecer a un partido que a otro, a lo que el comisario repuso que la militancia en cualquier partido "había que sentirla". 

Pero mi abuelo nunca fue simpatizante del régimen del general Franco y en mis conversaciones con él solía salir su parecer de que la represión franquista en la posguerra había sido cruel, inhumana y desde luego no católica. 

A pesar de ser un hombre sin formación cultural, sentía un gran respeto hacia las manifestaciones culturales superiores, especialmente hacia la música y las bellas artes. Pude comprobar también que en los meses anteriores a su muerte a los 74 años y encontrándose ya enfermo de leucemia se despertó en él un repentino afán por leer y aprender, pero desgraciadamente era ya demasiado tarde.

En una de las últimas conversaciones que mantuvimos, siendo él conocedor seguramente de mis tendencias vitales y espirituales, me advirtió sobre la necesidad de llevar "una vida burguesa", según sus palabras explícitas, y de adaptarse a ella.

viernes, 5 de febrero de 2021

RICHARD WAGNER



Como espada gozosa de victoria,

como fuego de la cumbre del amor,

entraste en el dolor de mi vida,

como heroico sufrimiento de los dioses,

como oscura madre oculta de la conciencia.

Pero eran inútiles el grito de la hija del dios,

el cisne resplandeciente entre armonías azules,

el pecado redimido del cantor agitado,

la renuncia triunfante del loco compasivo,

la victoria romántica sobre la pedantería,

el placer de unión en la oscuridad gozosa.

Eran inútiles el amor y la redención.

Ni más noble ni más profunda,

persistía mi pena extraña.

El sonido grandioso era más rareza en mi vida,

la noche de la exaltación no me trajo el amor,

la muerte no era dulce y suave consumación,

la música seguía siendo negación de mi torpe anhelo,

el entusiasmo era podredumbre del alma enferma.

Más hundido en lo sensible, más apariencia engañadora,

más pérdida de tiempo, más emoción incierta y dolorosa.

Sin embargo la belleza triunfante sucedía,

en interior de certeza inexpugnable de la voluntad.

Allí había imágenes erguidas del éxtasis.

Fue inefable la intensidad de la plenitud,

pero vivía la bendición de la grandeza.

Maldita psicología se transfiguró en soledad jubilosa,

las horas de sueños con el clamor de los héroes

no eran demente política o solo patología,

sino lucha y victoria del arte contra el nervioso mal

de fuerzas siniestras negadoras de la vida.

Era el fervor de la neurosis del pecador

que en el ansia de amor y redención

alcanzaba objetiva mística de lo estético.

Que todo el gozo de la armonía turbulenta

no se pierda en pasado irredento.

Que vuelva una y otra vez el gozo altisonante,

que poesía y música celebren el éxtasis,

que por siempre se exprese en elevación el alma,

que huya el problema personal y social de la extrañeza,

que toda la morralla psicológica degenerada

se sublime en el resonar del canto

que sea la forma encantada y jubilosa

de lo eterno femenino irracional.


Juan Gregorio Álvarez Calderón

jueves, 4 de febrero de 2021

INVOCACIÓN A NIETZSCHE

 Lamento de soledad 

en noche de sinsentido,

agonía de la verdad 

en el día del olvido.


Fulgurar de mi desorden 

en mi materia sufriente,

en el anhelo sin orden, 

en mi extraña carnal mente.


Excitación del fracaso 

del ánimo destruido 

por absurdo y triste acaso

del raro amor maldecido.


Soy el débil desgraciado

de los impulsos oscuros,

pero Nietzsche emocionado 

gritó ferviente: “¡Haceos duros!”

ORGULLO DE LA VOLUNTAD


En marasmo de mis ideas

surge el impulso inaprensible,

suprema realidad

de mi vida incomprensible.

Mi soledad soberana,

bastión de amor infalible,

es mi gozo incomparable,

voluntad inconfundible 

de deseo certero y firme.

Es verdad indestructible

de mi yo anhelante y pleno,

para el mundo irresistible,

que hace real y fiera

la excitación imposible.