sábado, 10 de junio de 2023

VIDA ABSURDA Y REPUGNANTE

 La vida del pequeñoburgués o la pequeñoburguesa dedicados a su “privatismo familiar-profesional”, es decir, al amor biológico familiar sublimado de manera social funcional,”personalista” si se quiere, y a profesiones utilitarias socialmente, que aportan medios para la vida pero no la determinación, a nivel político o ideológico-intelectual, de los fines humanos que deben ser perseguidos con esos medios; un privatismo familiar-profesional con su poquito de politiqueo ( aunque solo sea votar cada cuatro años) y su mucho de relaciones sociales insubstanciales y de satisfacciones sentimentales compensatorias de la inanidad existencial y desprovistas de sublimación espiritual extática; esa vida es repugnante y absurda. Pero ya es hora de convencerse de una vez por todas de que quien lleva esa vida es porque él o ella lo ha querido, porque se lo merece y porque es lo que le gusta, y además cumple con una función social que es necesaria que cumpla una mayoría para que pueda haber algunos dedicados a lo que tiene valor espiritual, a lo que se justifica como un fin humano valioso en sí mismo, que no necesita para tener valor ponerse como medio para otra cosa. 

El ideal social del pequeño-burgués o de la pequeñoburguesa es que todos fuéramos “útiles” a la sociedad en su funcionamiento material, que todos estuviéramos dedicados a los medios de la vida y no a perseguir los fines humanos espirituales. Es decir, que existiera una sociedad totalmente absurda y no diferente esencialmente a un hormiguero. 

Pero también es un error pensar que todos podríamos llevar una vida dedicada al libre desarrollo espiritual de la personalidad. Este error proviene de un democratismo moderno igualitarista que hay que olvidar de una vez por todas. Siempre ha existido, sigue existiendo y siempre existirá una masa a-espiritual y semi-animal que tiene que dedicarse a resolver los asuntos materiales de la existencia. La idea marxista de que “el desarrollo de las fuerzas productivas” ya permitiría, si la producción estuviera pensada para satisfacer necesidades y no para producir mercancías que engordan al capital privado, que ese “desarrollo de la personalidad” fuera para todos es una completa ilusión ilustrada y tecnocientificista que intenta “racionalizar” de manera “democratista”    e igualitarista lo que solo puede surgir como excepción y “sopla donde quiere”, el espíritu.

AUTOJUSTIFICACIÓN

Quien es un inútil para “amar y trabajar”, y no por pereza, mala intención o “acomplejamiento”, sino que está confirmado en ello por diagnóstico facultativo contrastado a lo largo de toda una experiencia psicopatológica, y, lo que es más importante, está avalado también en ello por el sufrimiento que ha tenido que padecer tratando de demostrar que ello no era así y fracasando en ello repetidamente y sin escapatoria, tiene todo el derecho del mundo a ser sostenido económicamente por el Estado social y del bienestar y a dedicarse, en la medida de sus posibilidades y haciéndolo mejor o peor, a la contemplación y creación de valores culturales espirituales.