lunes, 25 de mayo de 2020

NOTA CONTRA LOS CURAS CATÓLICOS Y CONTRA LOS “MATERIALISTAS FILOSÓFICOS”

Los curas católicos y sus adláteres beatitos coinciden con los ateos materialistas en que si tienes problemas religiosos es porque estás loco. Parece ser que para estos curas católicos la única forma posible de salud mental religiosa es mantener una fe que no es otra cosa que sumisión a una tradición dada socialmente, es decir, positivismo tradicionalista.
Los ateos “materialistas filosóficos”, por su parte, no es de extrañar que sientan simpatía hacia el catolicismo, que no ha sido y no es otra cosa que un sistema de funcionalidad religiosa social que agosta toda preocupación espiritual viva. El sistematismo dogmático de los “materialistas filosóficos” es un antídoto contra el espíritu y la vida igual de eficaz que el sistematismo católico tradicional. Y ambos sistemas son expresión de la misma soberbia raciocinante. Todo el “logicismo” materialista y geometrizante del llamado “materialismo filosófico” (filomat) no puede ocultar que esta filosofía es un dogmatismo, cientificista porque se basa en la interpretación de la ciencia como conocimiento que da la verdad del materialismo, cuando la ciencia, aunque tenga que actuar siempre a través de un materialismo metodológico, no puede demostrar de ninguna manera que solo existe la materia.
Y además, el “pluralismo” del “filomat”, que afirma que materia no es solo la  extension corpórea sino también lo psíquico y el ser inteligible, supone un uso arbitrario del término “materia”, que se convierte en un término equívoco. Supone también una petición de principio: todo es materia porque yo voy a llamar también materia a lo psíquico y a lo inteligible, porque todo es materia. El rey filosófico-materialista está desnudo. 
Los que creen que teniendo un sistema ya están resueltos los problemas filosóficos de significado existencial, y en general todos los filósofos académicos eruditos de su propia filosofía o de las demás, no tienen ni puta idea de lo que es una preocupación personal auténtica por los problemas filosóficos y son deportistas intelectuales y filisteos intelectuales que se merecen el mayor de los desprecios. Y la significación existencial de los problemas filosóficos no es ni una expresión carente de sentido, ni una circunstancia ajena a la cosa misma del filosofar, que por ello sería despreciable, sino que la implicación existencial psicológica y biográfica es indicio de la autenticidad del propio filosofar, sin la cual lo único que se practica es un intelectualismo soberbio alienado del espíritu y de la vida. A tanto filisteo intelectual como hay en el mundo filosófico académico hay que darle en la cresta con Kierkegaard y también con Unamuno. La única verdad que puede estar presente en el filosofar es la “verdad subjetiva” de la implicación existencial interior en la preocupación por las cuestiones filosóficas que no son producto de la mera abstracción, a diferencia de lo que ocurre con la famosa preocupación por el “Ser”, sino que atañen a los impulsos plenos, vivos y auténticos de la voluntad del individuo. Todo lo demás son juegos ociosos de la inteligencia, que algunos practican por mera vanidad social que al mismo tiempo les procura el sustento material. Puro interés deportivo filisteo.