viernes, 19 de febrero de 2010

COMENTARIOS A MI "CARTA SOBRE EL AMOR PLATÓNICO"

En mi “Carta sobre el amor platónico” (que puede verse en una entrada de Noviembre de 2009 de este blog) he querido tratar el tema del amor sin cursilerías ni sensiblerías. En una época como la nuestra de “desublimación represiva”, según la acertada expresión que utilizó Marcuse, hemos de reivindicar la vuelta a la sublimación: el impulso erótico como fuente de entusiasmo político, cultural y espiritual.
Si bien la dialéctica ascendente de Platón, en tanto ingrediente fundamental de una filosofía en última instancia “racionalista”, puede llevarnos demasiado lejos, hasta la inteligibilidad pura, el famoso “mundo de las ideas”, lo importante es que en esa dialéctica juega un papel insustituible un impulso irracional, la afectividad de origen erótico. Platón nos muestra cómo lo irracional, lo “dionisiaco”, no es necesariamente un camino hacia el nihilismo y el mal sino que puede ser un motivo impulsor hacia el Bien supremo.
No me avergüenzo de haber escrito un texto sobre el amor basado en una referencia filosófica. Ya es hora de que alguien se atreva a decir, y a ejercitarlo, que cualquier pensamiento que no se base en referencias filosóficas –y cuando digo referencias filosóficas me refiero a las de la filosofía académica, la que se imparte en los Institutos y en las Facultades de Filosofía –es un pensamiento condenado a caer en la vulgaridad o en la cursilería. Lo cual no quiere decir que para evitar esa vulgaridad y esa cursilería tengamos que desplazarnos hacia la retórica tecnicista vitalmente insustancial de la filosofía universitaria sino sólo que es posible un pensamiento sobre las cuestiones vitales basado en la seriedad de la tradición filosófica occidental. Entre el academicismo filosófico, con valor únicamente para la competitividad personalista, y la inanidad del pensamiento mundano al uso es posible encontrar un justo medio consistente en pensar la vida desde referencias filosóficas serias.