miércoles, 22 de enero de 2014

Rectificación ideológico-cultural

        RECTIFICACIÓN IDEOLÓGICO-CULTURAL


Últimamente me he sentido inclinado a proponer, como vía de solución a la barbarie cultural creciente( que sólo puede ser objeto de una intuición de la totalidad social cultural y que por tanto no puede ser demostrada a quien no la pueda percibir), la recuperación de la figura del clásico burgués culto y humanista. En ello ha habido cierta motivación biográfica, pues desde el presente puedo percibir cómo alguna persona de estas características representó para mí una ayuda personal notable durante un largo trecho de mi vida.
Pero independientemente de que las condiciones sociales y culturales objetivas, sobre todo las relacionadas con la funcionalidad de la familia y con su capacidad para moldear una personalidad culturalmente significativa, hacen ya imposible toda recuperación del burgués humanista-liberal culto, la revalorización de la cultura exige la ruptura total con su domesticación como complemento decorativo y sentimental de cualquier clase de vida burguesa, aunque se tratara de la vida burguesa que pudiera sobrevivir todavía de la gran etapa liberal y humanista de amplias miras de la burguesía clásica.
Y no digamos si de lo que se trata es de la degradación pequeñoburguesa de la alta cultura, que la reduce a unas pequeñas dosis de literatura más o menos popular o a la distracción "refinada" en conciertos, exposiciones o funciones teatrales.
El poder crítico y subversivo, frente a la barbarie, de la tradición de la alta cultura occidental solo puede prender en la rebeldía romántica de la adolescencia y primera juventud, pero esta fuerza vital regeneradora de la alta cultura es reprimida por el cientificismo y la miseria cultural de masas frente a la cual los padres pequeñoburgueses son incapaces de inmunizar a sus hijos.
No se puede poner ninguna esperanza en la juventud, hoy presa de un liberal-progresismo de tres al cuarto, aliado de la destrucción de valores superiores, que convive con la más inicua inclinación a los gustos impuestos por el mercado cultural, cuya sección de horterismo progresista y de seudocultura comercial disfrazada de posmodenidad selecta engulle  a prácticamente todos los casos de jóvenes que no caen directamente en mentalidades y estilos de vida zafiamente pequeñoburgueses.
Solo resta la salvación cultural individual y el olvido absoluto de toda esperanza de regeneración cultural colectiva.