miércoles, 13 de agosto de 2014

Recuerdo de un médico culto de los que ya no quedan

Recuerdo de un médico culto de los que ya no quedan


Hace ya tiempo que mantuve una prolongada relación terapéutica con un facultativo que a pesar de tener importantes limitaciones ideológicas era un hombre culto y de talante liberal y humanista. Después he andado deambulando por distintos médicos, bastante más jóvenes que el anterior, que están hundidos en el filisteísmo más asqueroso y que ideológicamente son sencillamente unos paletos.
Según el cuadro cultural pintado por la progresía, en nuestro país habríamos salido de una etapa de oscurantismo hacia una edad mucho más esplendorosa culturalmente. Pero esto es radicalmente falso. El proceso de modernización capitalista que acompañó al proceso de democratización no produjo una sociedad más culta sino una sociedad más hundida que antes en el marasmo cultural que se manifiesta en el cientificismo y el tecnocratismo. Antes había una burguesía culta, limitada ideológicamente, si se quiere, por el sesgo conservador de su humanismo pero que era infinitamente preferible a la pequeña burguesía paleta y filistea, de mente cerrada por el cientificismo tecnocrático, que ha venido después. La causa de este proceso de deterioro ideológico no es estrictamente política sino que ha sido producida por el proceso social y cultural de modernización capitalista. Al margen de los cambios en el poder político, este proceso de modernización, que en cualquier caso hay que valorar "dialécticamente" ( en el sentido lato de que ha sido un proceso ambivalente), ha tenido unos costes culturales que en la esfera de las actitudes ideológicas han repercutido muy negativamente y deben ser duramente criticados.
Algunos burgueses actuales, entre ellos también algunos médicos, tratan de zafarse de la incultura tecnocrática pero caen en la vulgaridad sensiblera seudotrascendente y no alcanzan el nivel de una ideología seriamente humanista.
El humanismo liberal-conservador es sin duda ideológico (en el sentido marxista de ser una "falsa conciencia" engañadora) pero es preferible enteramente al tecnocratismo tardomoderno , mucho más efectivo entre los profesionales burgueses que el posmodernismo, que sólo ha sido una actitud ideológica de capas académicas marginales, y con ese humanismo liberal-conservador es mucho más posible un diálogo crítico clarificador que con la cerrazón mental tecnocrático-cientificista que conlleva un filisteísmo absoluto y un paletismo rocoso contra el que rebota cualquier intento de crítica cultural bienintencionada.