sábado, 15 de octubre de 2016

SOBRE PERSPECTIVISMO Y VERDAD

Cuando yo, la persona concreta que esto escribe, utilizo el lenguaje no para razonar buscando el asentimiento universal gracias al carácter demostrativo de lo que digo, sino que lo que hago es pronunciar juicios de valor sobre contenidos sustanciales no universalizables por no estar dotados, esos juicios, de una forma lógica que los haga válidos para todo ser capaz de lenguaje, lo que hago no es emitir opiniones, sino decir lo que yo percibo en la realidad objetiva del valor de lo juzgado. Esa percepción es posible gracias a estar de hecho, de manera contingente, en una perspectiva privilegiada. La verdad de la visión que esa perspectiva posibilita no es susceptible de ser demostrada discursivamente a los que, también de hecho, no están situados en esa perspectiva, pero estando en ella se tiene la evidencia de su superioridad veritativa y de que ella nos da una visión de la verdad, que no puede ser completa y última, pero que es privilegiada con respecto a la de otras perspectivas. Igual que el que está en la cumbre de la montaña tiene la evidencia de que su perspectiva es más amplia que la de los que están en el llano. Él no les puede demostrar a los del llano la superioridad de su perspectiva, seguramente no puede ni comunicarse con ellos, pero conoce perfectamente con evidencia la superioridad  de su visión. Lo único que puede hacer el situado en lo alto es proclamar decidida y soberanamente la verdad de la amplitud de su perspectiva. Sería una traición a su misión vital y a su propia individualidad que por un prurito de obtención de la verdad absoluta, total y última él dudara de la superioridad de visión que le permite su perspectiva. Por lo tanto, olvidándose de todo relativismo fundado en la necesidad metafísica de seguridad absoluta del conocimiento, debe decidirse a proclamar la verdad que su posición vital individual y contingente le permite conocer. Su evidencia no puede valer como evidencia apodíctica capaz de fundar una ciencia estricta con fundamento metafísico o una política que pueda descubrir a todos la verdad práctica total y última, con pretensión de validez universal normativa que dé la seguridad de estar en una verdad que pueda hacerse obligatoria moralmente para todos, pero sí puede ser esa evidencia suya una evidencia vital que le dé la seguridad de ver una verdad que otros no pueden ver, que le permita estar seguro de una verdad que vale dentro de los límites de la vida, es decir, de los contenidos sustanciales de valor que sirven para conformar la existencia subjetiva concreta, las formas de vida, las creencias, gustos, preferencias, y también los contenidos sustanciales de las relaciones psicológicas entre las subjetividades concretas.
Pero también cabe, en lugar de proclamar la verdad superior vista en la perspectiva cognoscitivamente privilegiada en la que uno está, retirarse a un silencio que alimente el orgullo de la certeza de estar interiormente en una verdad parcial, en tanto perspectivística y que no se da con la evidencia de estar referida a una totalidad no ampliable, pero superior en tanto más completa y más valiosa que la dada en otras perspectivas.

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