domingo, 15 de enero de 2017

INTRODUCCIÓN A UN TRABAJO SOBRE HUSSERL


(escrito hacia 1996 o 1997)



La filosofía fenomenológica de Husserl recorre un camino que va desde la crítica del psicologismo, como forma de relativismo escéptico autocontradictorio que impide la comprensión racional de los fundamentos lógicos de toda ciencia, a lo que podríamos llamar un descubrimiento del mundo concreto de existencia desde la trascendentalidad. En este recorrido aparecen dos lugares, que no son transitados en ocasiones puntuales sino que se divisan una y otra vez en perspectivas cambiantes desde las vueltas del zigzagueante camino, que creemos tienen un especial interés pedagógico, a saber: primero, que el mundo en el que vive el hombre es un mundo humano, y segundo, que frente a todo objetivismo ingenuo y naturalista, debemos empeñarnos en descubrircasiones puntuales sino que se dpecial intereñes desde las vueltas del zig-zagueante itados en ocasiones puntuales sino que se d las efectuaciones subjetivas que están  a la base de toda realidad con la que hayamos de vernos, tanto en nuestro comportamiento teórico como en el práctico.
            En un segundo nivel de profundización y de dificultad, pero ineludible para hacer justicia al verdadero sentido y al alcance de la filosofía de Husserl, habría que insistir en que estos dos fundamentales descubrimientos fenomenológicos no implican una relativización ni del mundo en que vivimos ni de sus objetividades, reducidas a constructos psicológicos, sino que por el contrario mostrar ese mundo como humano es la única manera de comprenderlo como campo de realización de una racionalidad universal, y que por otra parte, el recurso al sujeto constituyente, lejos de transformar las objetividades en simples apariencias contingentes, nos descubre las condiciones universales y necesarias que permiten que haya en cualquier caso objetividad para nosotros.
            Todo el proyecto husserliano está atravesado, creemos, por la tensión entre, por una parte, la tendencia hacia ese mundo concreto de existencia; y por otra, el deseo fundamental de realizar una filosofía primera “científica” que proporcione la evidencia de una verdad universal y fundante. Husserl sabe que ni una ontología materialista o simplemente realista, que en última instancia supondría un naturalismo, es decir, el partir de una existencia relativa del ente, ni un idealismo subjetivo especulativo, que significaría la renuncia a una evidencia estricta, ni tampoco una ontología de fundamento teológico, que conllevaría un supuesto no menos problemático que el de la ontología materialista, pueden servir ya para alcanzar dicha filosofía primera dotada de tal evidencia, y que por lo tanto el único camino transitable para alcanzarla en el momento en el que él filosofa  (y aquí, tal vez, la conciencia histórico-filosófica juega un papel en su enfoque mayor que lo que él estuvo dispuesto a reconocer) es el trascendental.  Es decir, creemos que es el deseo de llegar hasta una ontología fundamental, junto con su sentido estricto de la evidencia, lo que empuja a Husserl, en el momento del desarrollo filosófico occidental en que él escribe hacia el planteamiento trascendental.
            Si no queremos que el interés por el sujeto instalado en su mundo nos lleve a practicar una ontología del mundo de la vida reducida a ontología de las relatividades, o a una antropología fáctica, aquejada de psicologismo, es necesario que nos remontemos a la actividad constituyente del sujeto trascendental. No basta, por tanto, con un regreso al mundo de la vida, la conclusión mediante la cual habitualmente se trata de resumir el rico contenido de La crisis de las ciencias europeas, sino que es necesario descubrir el nivel trascendental constituyente que le subyace, y que es el único desde el cual es posible que nos acerquemos a él como a una esfera de la universalidad primera. A su vez, ese nivel trascendental no será tematizado por Husserl como si se tratara de “inventarlo” mediante una construcción de carácter predicativo (en la Crisis se llega a caracterizarla tematización kantiana de la transcendentalidad como “construcciones míticas”), sino que buscará presentarlo como algo que puede ser objeto de “experiencia directa” nuestra, como algo que puede mostrarse como actuando en el “yo directo” que vive el mundo. 
Tenemos así que el proyecto husserliano puede ser caracterizado globalmente como un intento de recuperar un nivel ontológico concreto, y a la vez filosóficamente pleno y fundamental, desde la dimensión trascendental descubierta por el giro filosófico moderno. De esta manera la ontología no puede ser ya entendida en el sentido realista 
tradicional y a su vez la doctrina trascendental tampoco puede ser desarrollada de tal manera que deje fuera  de su radio al ser último del mundo como un resto caracterizado como “cosa en sí”. Con ello tenemos ya un primer sentido en el que podemos hablar de que Husserl lleva  acabo finalmente en su filosofía una trascendentalización del mundo. 

(Continuará)             

            

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