martes, 25 de junio de 2013

INCULTURA CIENTÍFICA

Una vez le oí decir a una de ciencias, que no no debía de haber visto en su vida ni por el forro un libro de filosofía que no fuera un libro de texto, que la filosofía era una "cosa de empollar". También conocí a un matemático que, hablando una vez de este tema de las ciencias y las humanidades, decía: "Porque por ejemplo un filósofo como Julio Verne...".
Otro matemático que conocí decía que lo de que la filosofía tiene que ver con las matemáticas era una idea peregrina de los filósofos para darse importancia. Decir esto supone no haber ni oído hablar de los pitagóricos e ignorar por completo en qué consiste la operación filosófica intentada por Platón, por no hablar de la significación de Descartes y el racionalismo moderno. Por cierto, a todo un señor rector o vicerrector de una Universidad, profesor de Quimica, le oí decir en la inaguración de un congreso nada menos que sobre Spinoza que la filosofía era una "ciencia blanda". Otra cosa distinta es que los proletarios del saber filosófico no sepamos matemáticas, pero no hay que confundir esto con la significación objetiva de la filosofía.
Pero pongo aquí sólo estos ejemplos de incultura científica sin más argumentaciones, que reservo para un posible "Discurso sobre las ciencias y las letras" al que le estoy dando vueltas en la cabeza, cual redivivo don Quijote (que, como se recordará, se marca en la inmortal novela de Cervantes un enjundioso "Discurso sobre las armas y las letras"). Una de las cuestiones que intentaré tratar en este discurso será la de que tal vez la ignorancia humanística de la mayoría de los científicos no sea un accidental problema cultural o educativo, sino que tal vez pueda venir dada necesariamente por la propia esencia metodológica de la ciencia.