sábado, 17 de noviembre de 2018

UNA POLÉMICA EN 1885-1886 SOBRE EL EVOLUCIONISMO BIOLÓGICO EN LAS PÁGINAS DE 'EL ECO DE DAIMIEL'



(Guión para mi ponencia en las V Jornadas de Historia de Daimiel. En la exposición oral se ampliaron algunos puntos, sobre todo para explicar el mecanismo de la selección natural, y se acortaron o se suprimieron otros, por ejemplo las alusiones a los artículos de Ramón Álvarez)





La ponencia de hoy va a estar dedicada a un nuevo capítulo de la historia de las ideas en Daimiel, concretamente a una polémica sobre el evolucionismo que se desarrolló entre los años 1885 y 1886 en el periódico local de la época, “El Eco de Daimiel”, publicación local dirigida por Deogracias Fisac y de tendencia liberal. El periódico comenzó a publicarse el 1 de Julio de 1885 y dejó de hacerlo el 24 de septiembre de 1890. Fue al principio bisemanal y semanal desde noviembre de 1888. Santos García Velasco nos dice en su “Historia de Daimiel” que en el periódico se mantuvieron agrias polémicas. Vamos a ver un ejemplo esta tarde.
Los artículos pertenecientes a la polémica daimieleña decimonónica sobre la evolución que les voy a comentar fueron conocidos por mí cuando todavía era estudiante. Creía recordar erróneamente que uno de los  participantes en la polémica era un Ruiz Valdepeñas, pero ahora he podido comprobar que se trataba de un señor apellidado Sánchez Valdepeñas. Gracias a la reciente digitalización de los periódicos locales he podido encontrar de nuevo estos artículos.
Quisiera destacar sobre todo en esta ponencia el reconocimiento de que en la época de la polémica que tratamos existía en Daimiel una burguesía culta interesada no solo en temas artísticos o literarios o en temas locales, sino también en temas filosóficos y científicos de alcance cosmovisional , es decir, relativos a la visión del mundo y de la vida en él. Es cierto que el interés profano por estos temas es hoy más difícil que entonces por la especialización creciente a la que se han visto sometidas tanto la ciencia como la filosofía.
En esta sesión me voy a limitar a presentarles la polémica y a contextualizarla en la recepción del darwinismo en España, y por falta de tiempo dejaré el análisis y comentario de los argumentos que aparecen en la polémica para la versión escrita de la ponencia. Les indicaré solo las líneas generales de la polémica y procuraré hacer un resumen muy breve de los artículos.
El tema del evolucionismo es un tema en principio científico, pero que tiene un indudable alcance filosófico. Si coincidimos con Kant en que en la pregunta “¿Qué es el hombre?” se resumen todas las preguntas de la filosofía, veremos la importancia que tiene el tema de la evolución, pues incide directamente en la respuesta que se dé a esta pregunta por la esencia del hombre, la pregunta en torno a la cual se constituye la llamada antropología filosófica.
            La polémica sobre el evolucionismo se propagó rápidamente y alcanzó gran intensidad en los países occidentales cuando aparecieron las teorías de Darwin. Así por ejemplo y en referencia a España, Diego Nuñez, autor de una monografía de referencia sobre el tema (“El darwinismo en España”) nos dice que “casi todos los rincones de la geografía española se verán pronto sacudidos por la polémica darwinista” (pg. 31). Así ocurrió en Daimiel y la polémica de “El Eco” nos lo demuestra.
            El mismo Diego Nuñez en la misma monografía también nos dice que “la irrupción de la mentalidad positiva en los primeros años de la Restauración llegó a poner de moda hablar de los más candentes temas naturales desde los Ateneos a las tertulias de café”. Así ocurriría en el Casino de Daimiel, donde con toda seguridad podemos pensar que se discutió sobre el evolucionismo.
            El novelista Benito Pérez Galdós, en referencia la Sexenio Revolucionario (1868-1874), época inmediatamente anterior a la de la Restauración (dentro de la cual tiene lugar la polémica de “El Eco de Daimiel”) hablará de la “moda transformista” y de que era rara la reunión social con pretensiones de culta donde no se hablara de la nueva cuestión palpitante.
            La polémica de “El Eco de Daimiel”, pues, no fue un caso aislado, sino un reflejo de una honda preocupación que invadió a los espíritus más inquietos y cultivados en esta época del siglo XIX, preocupación donde se reflejaban también las luchas ideológicas y políticas entre liberales avanzados y conservadores religiosos y clericales que dividieron a la sociedad española de la época.

            Los artículos aparecidos en “El Eco de Daimiel” entre finales de 1885 y principios de 1886 a través de los cuales se desarrolla la polémica que nos ocupa son los siguientes:

-En el número del 4 de noviembre de 1885 aparece un artículo firmado por Manuel Álvarez bajo el epígrafe general de “El trasformismo moderno” y subtitulado “Origen de la vida I”
Por una nota aparecida en el periódico el 15-9-1885 sabemos que Manuel Álvarez era un daimieleño que desempeñaba el empleo de Teniente de Infantería y que residía en Hellín. Sabemos que se trata de la misma persona que firma los artículos porque uno de  ellos está firmado en Hellín.
En este artículo Manuel Álvarez plantea el problema del surgimiento de las formas más elementales de vida a partir de la materia inorgánica. El artículo es muy anterior a la reconstrucción hipotética de este origen de la vida realizada ya en el siglo XX por Oparin y  Haldane (1924 y 1928)
Manuel Álvarez sigue en su exposición los planteamientos e hipótesis de Ernst Haeckel en su libro “Historia de la creación de los seres según las leyes naturales” (traducido al español en 1878-1879). Así por ejemplo, sigue la misma terminología de Haeckel y llama “móneras” a los primeros seres unicelulares (“Animales primarios, zoofitos, gusanos”) de la Lección Decimooctava (“Árbol genealógico e historia del reino animal”) en la página 111 del citado libro (edición de Prometeo, Valencia, principios del siglo XX)
-En el número del 25 de Noviembre de 1885 publica Manuel Álvarez el segundo artículo de su serie con el mismo epígrafe, “El transformismo moderno”,  y con el subtítulo de “El origen de la vida II”
En este artículo Manuel Álvarez sigue tratando de las primeras formas elementales de vida. Hace referencia a la teoría celular y se remonta hasta la anticipación filosófica que hay de esta teoría científica en la obra del filósofo de la naturaleza alamán del XIX Lorenz Oken. En este autor la teoría celular todavía se halla, como lo indica Manuel Álvarez, envuelta en un ropaje místico y especulativo y todavía no es plenamente científica.
También cita extensamente Álvarez en relación a la teoría celular las ideas sobre el particular del biólogo francés Edmundo Perrier, quien había defendido que las unidades celulares de cualquier organismo forman una asociación que podía comprenderse en analogía a la comunidad social humana. Cualquier organismo está formado por una colonia de unidades vitales primarias que siendo independientes, todas ellas realizan en provecho común las funciones que le son propias: “todas son parte ligadas entre sí, que por una solidaridad cada vez más grande concluyen por hacerse inseparables”. Älvarez saca a colación en relación con este tema la idea de “comunismo”.

-El 12 de diciembre de 1885 aparece en “El Eco” un artículo firmado por Ramón Álvarez, cuya relación con Manuel Álvarez me es desconocida, titulado “Eternidad de la materia”. En él el autor defiende la eternidad del universo y niega la creación “ex nihilo”. Oportunamente cita a Santo Tomás de Aquino, para quien la pura razón no puede saber si la creación del mundo ha sido una creación puntual en el tiempo o es una creación continua desde toda la eternidad , pero para Santo Tomás debemos aceptar la creación “ex nihilo” por Revelación, mientas que Ramón Álvarez la niega.
Este texto, aunque no trata directamente del tema del evolucionismo biológico, podemos considerar que trata el tema de la evolución del universo en un sentido amplio. Tiene también un alcance cosmovisional que lo emparenta con el tema tratado por Manuel Álvarez.  

-El 16 de Diciembre de 1885 aparece en “El Eco” una réplica firmada por Francisco S. Valdepeñas a la defensa de las teorías evolucionistas y materialistas sobre el origen de la vida realizada por Manuel Álvarez en sus artículos.
Francisco S. Valdepeñas es posible que fuera un primo hermano del teólogo daimieleño Manuel Muñoz de Morales y Sánchez Valdepeñas, cuya obra examiné en mi ponencia para las II Jornadas de Historia de Daimiel, que según una esquela de una hermana del teólogo tenía este nombre. Pero dada la frecuencia de este apellido entre los naturales de Daimiel no es posible determinar con ciencia cierta su identidad.
En este artículo Sánchez Valdepeñas ataca a Manuel Álvarez con argumentos en principio “ad hominem”, es decir, dirigidos a su persona, y el tono es agrio e irritado. Acusa a Álvarez de lecturas no asimiladas y de ideas indigestadas. Esto también lo suelen hacer hoy algunas personas cunado ven atacadas sus creencias y cuando descubren que los problemas ideológicos y filosóficos son más complejos que lo que ellas creían en un principio.
Entrando más en el fondo de la cuestión, Sánchez Valdepeñas responde a Álvarez que en sus artículos en vez de hablar del transformismo, de la evolución de las especies biológicas, tal y como indica el título general de la serie, se dedique a especular sobre el origen de la vida a partir de la materia inerte. A la afirmación de Álvarez de que el transformismo estudia el “origen de la vida en el tiempo”, responde Sánchez Valdepeñas, esgrimiendo una idea aristotélica de tiempo, que el tiempo equivale a la vida, a los cambios de estado que se suceden en la vida y que son sentidos por los organismos, por lo que Álvarez está diciendo en realidad que va a estudiar el origen del tiempo en el tiempo, lo cual es un absurdo, un “anacronismo” dice él.
Termina el Sr. Valdepeñas con un párrafo de bellos tonos retóricos donde ensalza el origen no natural sino divino de la vida.

-El 23 de diciembre de 1885 aparece otro artículo de la serie de Manuel Álvarez que está fechado en Hellín en diciembre de 1885 y que bajo el epígrafe general de el “Origen de la vida se subtitula “Aspecto filosófico III”.
En este artículo Álvarez hace un recorrido por algunos autores de la Antigüedad clásica que defendieron la generación espontánea de los seres vivos. Entre ellos están Aristóteles y Epicuro y los poetas Lucrecio y Virgilio. Pero la realidad de la generación espontánea quedó definitivamente desmentida por los experimentos de Pasteur en el siglo XIX. Anteriormente, en el siglo XVII, ya había quedado experimentalmente negada para el caso de organismos como las moscas y los gusanos. Y Pasteur probó que tampoco hay generación espontánea en el caso de los microorganismos.
Parece como si Manuel Álvarez, al defender que los seres  vivos se han formado por un proceso evolutivo a partir de la materia inerte, se creyera obligado a admitir la posibilidad de la generación espontánea. Pero una cosa es que las leyes biológicas de los organismos puedan reducirse a leyes físico-químicas y que por tanto podamos suponer que, en condiciones muy especiales de la corteza terrestre y de la atmósfera y durante procesos que duraron millones de años, los organismos más elementales se formaron a partir de procesos bioquímicos de los que afectan a la materia y otra cosa es  que de manera contemporánea se produzca la generación espontánea, lo cual, como hemos dicho, está experimentalmente descartado desde Pasteur(1859)

-El 26 de diciembre de 1885 publica Ramón Álvarez otro artículo titulado “Eternidad del espíritu”, donde extiende la idea de evolución al terreno de lo espiritual, como hacía por ejemplo la Teosofía por esta misma época, y defiende la palingenesia o transmigración de las almas, es decir, la reencarnación.

-A continuación apareció en “El eco de Daimiel” la contrarréplica de Manuel Álvarez al ataque de  Francisco S. Valdepeñas. La primera parte es del día 30 de Diciembre de 1885 y una segunda parte firmada en Daimiel el 26 de diciembre de 1885, apareció el 2 de enero de 1886.
Ante la objeción del Sr. Valdepeñas de que una serie de artículos dedicados al transformismo no era el lugar para hablar del origen de la vida, el Sr. Álvarez responde que para examinar el proceso de transformación de las especies es necesario primero examinar las formas de vida más elementales que constituyen el eslabón primero y fundamental de ese proceso, y que él no establece que las primeras formas de vida sean fijas , sino que a partir de ellas comienza el proceso evolutivo que llevará hasta el hombre.
Sobre la cuestión de la identificación entre el tiempo y la vida que S. Valdepeñas había establecido, diciendo que por tanto estudiar el origen de la vida en el tiempo suponía el absurdo de estudiar el origen del tiempo en el tiempo, Álvarez replica que existe un tiempo cosmológico o de la naturaleza que es independiente de la vida y de la sensación que los seres vivos tengan de este tiempo. Apunta aquí Álvarez a la diferenciación entre tiempo subjetivo y tiempo objetivo que será importante en la filosofía del siglo XX.
Al reproche de Sánchez Valdepeñas acerca de que la idea transformista, tal y como Álvarez la había presentado, eran meras hipótesis y conjeturas, este replica poniendo de relieve el valor fundamental para la ciencia de las hipótesis, ya que la ciencia no es una mera recolección de datos de hecho, sino que la ciencia tiene que adelantar hipótesis que expliquen los datos. Efectivamente, el método de la ciencia no es una recolección de datos sino el hipotético-deductivo: hay que adelantar hipótesis que expliquen los hechos y luego contrastarlas con la realidad empírica para ver si no son desmentidas.
Pero en relación con la concepción de la ciencia, Álvarez también incurre en un planteamiento que puede ser considerado ingenuo. Dice Manuel Álvarez que S. Valdepeñas al rechazar que la ciencia pueda utilizar hipótesis y conjeturas está intentando erradicar de sus lectores las bases de la verdad científica, pues estas están en la curiosidad y el deseo de encontrar respuesta a la pregunta por la causa de los fenómenos naturales. Presupone aquí Álvarez que las bases de la ciencia están en la curiosidad como fenómeno psicológico. Pero la ciencia en realidad es fruto d e complejos procesos históricos donde actúan múltiples factores culturales, sociales, políticos y filosóficos, que van más allá de lo meramente psicológico. La ciencia no surge de la simple curiosidad ni del puro afán de saber, sino que es resultado de un complejo proyecto de comprensión de la realidad. Consistente en que la naturaleza se proyecta como realidad medible, cuantificable y explicable matemáticamente y según un modelo mecanicista, para lo cual es necesario que colaboren múltiples planteamientos surgidos históricamente y de carácter tanto teórico como material. La ciencia es un proyecto histórico de tematización de lo real no un simple fruto de la curiosidad o el afán de saber.

-La polémica se interrumpe en este punto a raíz de que Francisco S. Valdepeñas envía un comunicado al periódico, firmado en Madrid el 10 de enero de 1886 y publicado el 16 de enero de 1886, en el que da a conocer que renuncia a seguir replicando a Manuel Álvarez. La razón que esgrime es que había enviado dos artículos a “El Eco” refutando, dice él, el transformismo y no le habían sido publicados. Manuel Álvarez, por su parte, interrumpe su serie de artículos, en los que, era de esperar, habría continuado pasando del tema de el origen de la vida a partir de la evolución de la materia inerte a la evolución de la especies biológicas.

La polémica tendrá un colofón o secuela en una larga serie de artículos sobre la evolución, titulada “Gradación de los seres en la naturaleza”, que primero fue publicada en “El eco de Daimiel”, entre julio y septiembre de 1890, y luego en “La Propaganda de Daimiel”, entre octubre y noviembre de 1891. Firma estaos artículos el Sr. Ángel Corrales , que gracias a unas notas informativas aparecidas en “El Eco” podemos saber que era un joven estudiante de Ciencias Naturales en la Universidad de Madrid e hijo del maestro daimieleño Aquilino Corrales.
Estos art´﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ utilizar hip desmentiquilino Corrales.
rales enla universidad de Madrid en el que da a conoicer utilizar hip desmentiículos muestran una gran erudición científica, con gran profusión de citas de autores geológicos y biológicos. El artículo aparecido el 1 de noviembre de 1891 en “La Propaganda de Daimiel” está expresamente dedicado al darwinismo. En él, Ángel corrales mantiene una posición ambigua y ecléctica sobre la teoría de la evolución. Parece admitir el hecho de la evolución pero niega que se produzca por el mecanismo de la selección natural. Hay alusión favorable al darwinismo social. Pero parece adoptar al final una postura cercana al fijismo al afirmar que la evolución afecta al exterior de los animales pero no a su interior.   

  


                   
   d elosn participantes en esta poa polidos por mes cientidentificacior el hecho de que su exposicil, Alberto Celis y diego clemen

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