sábado, 24 de octubre de 2020

Sobre el “cientificismo”

 Sobre el cientificismo 


Respuesta a un corresponsal con el que estoy manteniendo un debate sobre el “cientificismo”: 


Me he decidido a escribir mi respuesta y aquí te la envío. No sé si me ha salido muy bien, pero aquí te la envío y creo que encontrarás material para responderme por tu parte. Espero que siga en marcha, tomándonos el tiempo que haga falta entre respuesta y respuesta, nuestra conversación.


 


Aquí  va mi respuesta. El tono puede ser un poco más radical e irritado que en mi anterior escrito, pero así no me ando por las ramas filosóficas y el debate puede hacerse más interesante.


 


Tu escrito me confirma mi idea de que es muy difícil superar el “sesgo cognitivo” a favor del materialismo que la ciencia impone a sus adeptos. Parece que piensas que el naturalismo materialista, que la ciencia demostraría, tiene un carácter emancipador y liberador del hombre frente a la ignorancia sobre sí mismo.


A esto se le pueden plantear varias objeciones:


No hay ninguna ciencia ni ninguna filosofía que puedan demostrar que el hombre es solo un animal más, perdido , como una contingencia cósmica, en una minúscula partícula de un universo inmenso. La ciencia solo puede explicar al hombre así, pero no puede demostrar que el hombre sea solo eso que ella puede explicar. El materialismo es una posición filosófica cuya verdad la ciencia no puede demostrar. Ella lo asume como un presupuesto metodológico de sus explicaciones, pero esto no significa que lo demuestre.


Que el materialismo sea prácticamente emancipador es también una opinión que propaga la ciencia culturalmente y psicológicamente, pero que cuesta compartir, considerando a qué grado de degradación vital, cultural e intelectual ha llevado el progreso material tecnocientífico y las ideologías a él aparejadas (positivismo, hedonismo, individualismo utilitarista estrecho y vulgar, economicismo, conformismo), que han producido una “normalización” de las personas, por no decir un aborregamiento, como jamás se había conocido en la historia.


 


La tercera objeción es más de fondo filosófico, pero es imprescindible sacarla a colación: si el hombre es una simple contingencia natural, su ciencia no puede pretender una validez objetiva universal y necesaria. En este caso, hay que considerar a la ciencia como un simple instrumento que da resultados porque así ha sido seleccionado en el proceso de evolución contingente del hombre. Y por lo tanto esto refuta la concepción de que la ciencia descubre como verdad innegable, indubitable, que el hombre es un ser material y naturalmente contingente. Si la verdad científica depende del hecho contingente de la naturaleza humana, la ciencia es un hecho natural que no puede pretender para su verdad la universalidad y necesidad de la verdad en su sentido ideal, sentido de la verdad que da la casualidad que como hombres poseemos. A este problema en realidad se refería Husserl con su frase “ciencias de hechos, producen meros hombres de hechos”. En definitiva, la ciencia como producto de un ser natural contingente , como mero hecho, se autorrefuta, no puede pretender para sí la verdad absolutamente segura y necesaria que el concepto fuerte, ideal, de conocimiento conlleva.


No sé si me explico, pero el problema es gravísimo, y creo que muchos científicos, tan dados a las “neurociencias” y otras disciplinas reduccionistas del hombre, no se enteran. Si la ciencia es un producto del cerebro humano, si depende de un hecho contingente de la naturaleza como ese, la ciencia se autorrefuta como conocimiento seguro. No es ni más ni menos que eso.


 


Pero frente a esto, tampoco hay razones filosóficas, digamos que “trascendentales”, que nos permitan defender el espiritualismo. Esto solo puede hacerse por una “voluntad de creer”, como diría William James, que tampoco vale, desde luego, para proporcionar conocimiento universal  y necesario. Pero podría ser justificado, el espiritualismo, aceptando el resultado de esa voluntad como un “como sí” que permite al hombre una vida más plena, rica, profunda y magnánima que el materialismo. Esto, desde luego, plantea muchos problemas relativos a la “calidad de vida” de la existencia bajo el materialismo y bajo el espiritualismo. Pero mi opinión actual es que la Ilustración ha producido un tipo de sociedad donde los engaños ideológicos, la servidumbre material y cultural de los hombres , y el estado de postración, miseria y fealdad de la vida no son menores que en las sociedades tradicionales.


No pienses que con esto estoy defendiendo, de ninguna manera, a la religión positiva, por considerarla yo preferible, en sentido pragmatista, al ateísmo materialista. En todo caso, yo defendería solo una religiosidad individualista, no dogmática ni ritualista y absolutamente por libre.   


Bueno, con todo esto se plantean muchos problemas y espero que me permitas seguir intentar aclararlos en próximos  escritos.


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