martes, 19 de julio de 2022

FRAGMENTO SOBRE NIETZSCHE

 Nietzsche es ante todo un caso psicológico que plantea el acúciense problema de cómo diferenciarse de las masas sin sucumbir a su poder cultural e ideológico totalitario, y aun más, plantea el problema de quién tiene el derecho, como hombre superior, a esa diferenciación, sin que su distanciamiento de las masas sea una maniobra encubridora y compensatoria de quien en realidad está por debajo de ellas, de su capacidad para adaptarse al medio social dado. Pero en todo caso no es el Nietzsche humanamente esencial el que sería el último gran portavoz de la “historia del Ser”, solo accesible, en su secreta coincidencia con los equivocados orígenes de la tradición metafísica en Platón, por los encopetados y circunspectos profesores heideggerianos. 

Nietzsche plantea filosóficamente una altisonante negación del dualismo metafísico platónico, y es una simple zarandaja académica, dirigida al “afán de novedades” de los profesores filosóficos, presentar eso como una simple apariencia de su pensamiento y venir con el cuento de que Nietzsche consuma el platonismo –su subjetivismo de la verdad, su reducción del ser a valor y su “olvido del Ser”– bajo la forma de su inversión. Hay un problema real y vital, un verdadero problema filosófico y no un “seudoproblema” académico, que es el de saber si la realidad sensible mundana es la única realidad o no, y todos los cuentos chinos de los profesores no podrán escamotear con sofisterías que solo buscan la originalidad académica el carácter fundamental vital  y la elementalidad acuciante e ineludible de ese problema del dualismo y su negación monista antiplatónica. 

Heidegger en “Ser y Tiempo” apela al regreso a la elementalidad del pensamiento. Pero esa elementalidad está en los problemas de la tradición que todo el mundo puede entender y no en herméticos problemas para profesores. 

La “diferencia ontológica” de Heidegger no es sino la forma más abstracta y rebuscada de plantear la oposición entre lo sensible y lo inteligible. El ente es lo aprehensible sensiblemente y el “Ser”no es otra cosa que la totalidad de lo ente aprehendido intelectualmente. Aprehendida según los predicados que tienen un valor no particular-sensible, sino universal-inteligible, “el ente en cuanto ente”. El “Ser” es únicamente el resultado de hacer abstracción de todo lo que en el ente hay de particular-sensible y quedarse solo con lo que en él hay de determinaciones máximamente generales e intelectuales. 

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