jueves, 21 de noviembre de 2024

OTRO FRAGMENTO DE CRÍTICA DE LA PSIQUIATRÍA PRAGMATISTA Y NO HUMANISTA



Con la coartada de la utilidad y la amenidad y, por supuesto, presuponiendo siempre que se está ejerciendo el sentido común y que éste es incontestable e ideológicamente inmaculado, la psicología médica ( psiquiatría) o no médica se convierte en un banal saber prudencial sobre cómo vivir de la manera más adaptativa y más conformista posible. Un pragmatismo rastrero, autosatisfecho y autoasegurado por la negativa, autoevidente para el inculto y el filisteo, a “filosofar” cierra el paso, como un bloque pétreo a prueba de toda conmoción o conversión, a cualquier forma de complejidad o profundidad teórica que sirva para ejercer una sensibilidad comprensiva humana de lo puramente humano dado en la singularidad del individuo no reductible a organismo biológico que tiene su único fin operante en la adaptación funcional al medio dado. En la negativa cerrada del psicólogo o psiquiatra a ejercer la comprensión de lo humano complejo y profundo, comprensión que va más allá del control de la conducta para hacerla adaptativa, se da una situación terapéutica en la que el terapeuta se está acogiendo de facto a la máxima de la cita de Bertold Brecht utilizada también precisamente por Adorno en su crítica de la cultura de masas: “ No quiero ser en absoluto un ser humano”.

POSIBLE COMIENZO DE UNA CRÍTICA DE UN LIBRO DE PSIQUIATRÍA



En los aparentemente filantrópicos, naturales, normales, benéficos y profesionales esfuerzos (y además avalados por su cientificidad) de psicólogos y psiquiatras por conseguir el “bienestar social” y la “calidad de vida” de sus pacientes, y hoy día no sólo de ellos sino de la gente en general, necesitada de asesoramiento emocional empático, se oculta la siniestra ideología del “mundo feliz” de Aldous Huxley. 


Pero a esa ideología de los incapaces de ver más allá de la adaptación “feliz” al medio social dado hay que oponerse no con ninguna “teoría crítica” materialista que reivindique que esa adaptación supone necesariamente una represión de las “verdaderas” necesidades pulsionales liberadoras del individuo ( para lo cual se echa mano de la hipótesis “ad hoc” del inconsciente), sino que hay que oponerse a tal ideología con una rebelión espiritual que exclame con el Salvaje de la novela de Huxley: 


–Pues yo no quiero comodidad. Yo quiero a Dios, quiero poesía, quiero peligro real, quiero libertad, quiero bondad, quiero pecado. 


Es decir, en contra de lo dicho por Horkheimer y repetido con aplauso por Adorno en su escrito sobre la famosa novela de Huxley, no hay que criticar la goma de mascar porque sea “metafísica”, sino que hay criticar la goma de mascar porque perjudica a la metafísica.