No sé si
muchas de las personas que peregrinan a Bayreuth saben que aquí nació, hijo de
un fabricante de flautas de la localidad, el curioso filósofo Max Stirner,
autor del tremendo libro “El Único y su propiedad”, en el que Stirner defendía
un “yoísmo” materialista radical que, a diferencia del subjetivismo idealista,
se presenta sin ningún rebozo como únicamente compatible en el terreno práctico
con un individualismo o egoísmo moral que rechaza todos los ideales
humanitarios con los que en la época se pretendía sustituir la religión, en
crisis o abiertamente negada por los pensadores radicales, como abstracciones y
sucedáneos de la fe extraños al sujeto en su irreductibilidad y en su
existencia material concreta..
La conexión
con Wagner, aunque remota, puede ser encontrada, pues Max Stirner pertenecía al
mismo movimiento filosófico, el de la llamada “izquierda hegeliana”, al que
pertenecía Feuerbach, que se sabe influyó sobre la ideología del Maestro
durante algún periodo de su juventud, antes del descubrimiento de Schopenhauer.
Se ha hablado mucho también sobre la afinidad entre el egoísmo radical de
Stirner y las ideas morales de Nietzsche, aunque no existe constancia clara de
que Nietzsche leyera a Stirner.
Pero en lo
que respecta a Feuerbach, mientras éste creía encontrar la concreción práctica
de la filosofía, que era lo que se buscaba en todo el movimiento
“joven-hegeliano” (o “izquierda hegeliana”), en un humanismo naturalista en el
que jugaba un papel especial lo que Feuerbach llamaba “amor”, Stirner
consideraba que lo único realmente existente es el individuo y cualquier cosa
pensable fuera de él no podía ser sino abstracción engañadora. El terrible
Marx, también salido de toda este pensamiento “joven-hegeliano”, acabaría
acusando tanto al “yo” stirneriano como al “amor” feuerbachiano de ser ambos
principios abstractos que fallaban al no captar la verdadera esencia humana
como esencia social histórico-concreta.
También
habría que investigar un posible puente entre Wagner y los “jóvenes hegelianos” situado en la figura del poeta relacionado
con ellos Georges Herwegh, que según nos cuenta Martin Gregor-Dellin en su
biografía del Maestro fue su amigo durante la época del exilio. Gregor-Dellin
(no se olvide que procedente de la extinta DDR) llega a aventurar la hipótesis,
no confirmada, de que Wagner pudo llegar a conocer las nacientes ideas de Marx
a través de Herwegh, que efectivamente conocía al fundador del llamado
socialismo científico.
Hay otras figuras intelectuales relacionadas con Bayreuth
que también se merecen un recuerdo, como el poeta romántico Jean-Paul, que
formuló, aquí mismo en Bayreuth, una famosa profecía de lo que luego haría
Wagner con la ópera alemana; y sin olvidar lo mucho que habría que aclarar y
puntualizar, nos atrevemos a decir en estos tiempos de simplismo sectario,
sobre el pensamiento de una figura como la del yerno del Maestro, Houston
Stewart Ch
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