martes, 10 de noviembre de 2020

CONTINÚA LA DISCUSIÓN SOBRE EL CIENTIFICISMO


 Te envío la segunda parte de mi respuesta donde trato, no sé si bien y con la suficiente claridad, de insistir en alguna de las cuestiones que ya señalé en el anterior escrito. 


La cuestión de la concepción del hombre como ser cultural y no natural, o al menos del hombre como ser más cultural que natural, creo que ya te la expuse lo suficiente y podemos dejarla por el momento, o hasta que tú me digas qué piensas de ella. 


Sobre la concepción naturalista del conocimiento científico, que lo reduce a un producto más de la evolución biológica y de la que se deducen consecuencias que parecen llevarnos al escepticismo, sí quisiera decir algo más. Tal vez haya que aceptar que nuestro conocimiento científico es relativo a nuestro ser fáctico, llámese este mente o cerebro, que para estos efectos igual da, y que por tanto la pretensión de que sea un conocimiento universal y necesario carece de fundamento. No es otra que esta la posición adoptada por Hume con su empirismo radical y la posición que subyace, como filosofía de fondo, a buena parte de lo que Nietzsche asume sobre el hombre y el conocimiento que este desarrolla. Tiene Nietzsche un breve escrito que se llama “ Verdad y mentira en sentido extramoral” donde es clara su posición a este respecto. Tengo que releer estos días este escrito, porque las conclusiones que creo recordar que saca Nietzsche son muy interesantes. Si la ciencia queda deslegitimada como conocimiento universal y necesario y es relativa a nuestra naturaleza particular y contingente, entonces la ciencia queda reducida a creencia útil que tiene su fuerza de evidencia en que resulta exitosa en nuestro proceso de adaptación dominadora al medio. La ciencia es la perspectiva dominadora en nuestra relación con el mundo porque es la perspectiva más útil y al ser la más útil es la que se ha hecho más común y compartida. Pero Nietzsche, según recuerdo, aboga por la creación de otras perspectiva sobre la realidad, como puede ser la del arte o la de la concepción dionisiaca del mundo, que supongan nuevas “metáforas” sobre la realidad que sean menos comunes y estén menos desgastadas por el uso común que las de las ciencias. Pues esta, según él, también consta de metáforas, no puede ser pura verdad objetiva, al depender de nuestro punto de vista biológico particular y contingente sobre la naturaleza. Frente al uso de las metáforas científicas que las ha desgastado, como si fueran las efigies de monedas que han corrido de mano en mano, Nietzsche aboga por la creación de nuevas metáforas artísticas y dionisiacas. En “sentido extramoral”, hay que considerar como verdad no la imposible correspondencia con el en-sí objetivo de las cosas, ni lo que resulta útil para “el rebaño”, que solo busca la utilidad y la comodidad que le faciliten la vida, sino lo que, aunque sea también ilusión y error, como en realidad es la ciencia misma, sirva para intensificar, engrandecer y transfigurar estéticamente la existencia. 


Bueno, voy a ver si releo este texto de Nietzsche( “Verdad y mentira en sentido extramoral”) para tratar de explicártelo mejor o ver si tengo que corregir algo de lo dicho. 


Terminaré solo insistiendo en que si la ciencia, como ella afirma de sí, es una realidad biológica evolutiva, no queda más remedio que aceptar el escepticismo como conclusión. Esto está muy claro en Hume: la ciencia se basa en la observación de los hechos, pero lo que sucede particular y contingentemente, es decir, los hechos, no puede ser la base de ningún conocimiento seguro, universal y necesario. Solo sucede que observamos los hechos y por nuestra constitución mental ( dígase de nuestro cerebro, si se quiere) esperamos o creemos que las cosas sucederán permanentemente como las hemos observado. En la base de esta creencia está la costumbre psicológica, mental, que tenemos de esperar la regularidad de la naturaleza. Como esta costumbre de hecho no se ve defraudada, nos resulta útil y nos permite manejar los fenómenos, seguimos manteniendo la creencia en la regularidad de la naturaleza a la que lleva esta costumbre. Pero esto no es conocimiento universal y necesario, conocimiento lógicamente justificado, sino solo la forma contingente, no necesaria, de funcionar nuestra mente. Si los hechos dados  a la experiencia, siempre particulares y contingentes, no sirven para fundamentar un conocimiento universal y necesario, tampoco puede servir para lo mismo el funcionamiento de nuestra mente ( o cerebro) basado en la costumbre que lleva a la creencia en la regularidad de la naturaleza, pues ese funcionamiento, al fin y al cabo, también es un hecho particular y contingente de la naturaleza. 


Habría que entrar ahora en la cuestión de cómo reaccionó Kant a este escepticismo de Hume y cómo se las apañó para salvar el conocimiento científico como conocimiento universal y necesario, dándole a la ciencia una base apriórica, subjetiva pero no empírico-psicológica sino “trascendental”, que sería el fundamento de su universalidad y necesidad. Pero esto sería muy arduo para mí y, si te soy sincero, nos llevaría a entrar en cuestiones relativas a la interpretación de Kant que yo no domino con claridad. 


Desde la perspectiva de Nietzsche, aquello que creemos porque reposa en una costumbre psicológica  que nos permite manejar las cosas con utilidad y provecho para la vida común, debe posponerse a lo que nos permite una visión de la realidad que la transfigura estéticamente, que permite al individuo elevarse por encima de las metáforas “vulgares” y gastadas de la ciencia.

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