martes, 7 de noviembre de 2017

RACIONALIDAD INTERSUBJETIVA E IRRACIONALISMO VITAL III

El propósito que perseguimos es el de delimitar un terreno de la irracionalidad subjetiva. Frente a él y fuera de él admitimos la existencia de una racionalidad de origen y fundamento intersubjetivos que adquiere los rasgos de una racionalidad fuerte, pues ella es sustento tanto de la universalidad como de la objetividad, e incluso de la idealidad, del conocimiento teórico y también de la práctica ético-política. 
La concepción de la intersubjetividad que aquí subyace permite una validez del conocer y del actuar que no es solo una validez fáctica como la que es proclamada como única posible por el pragmatismo o el nominalismo historicista y contextualista. Y la esencia de la intersubjetividad que permite la validez como universalidad, objetividad e idealidad no es otra que el lenguaje. Si bien la conciencia del sujeto psicológico no vive nunca verdaderamente ni la universalidad, ni la objetividad, ni la idealidad, y queda reducida necesariamente a una experiencia que hay que considerar en términos estrictamente nominalistas y fenomenalistas, en la práctica lingüística comunicativa se hacen presentes esos tres rasgos de una racionalidad fuerte. Es en el propio lenguaje en tanto intersubjetividad comunicativa donde están presentes y donde se manejan las ideas universales, la objetividad de lo conocido y la idealidad de la verdad. Se puede decir que estas tres formas de presentarse los contenidos de experiencia son mentadas intersubjetivamente en el lenguaje y adquieren su cumplimiento en el propio uso del lenguaje, pero no son vividas nunca subjetivamente de manera “monológica”. 
Pero lo que nos interesa ahora defender es la legitimidad de derecho y la inevitabilidad de hecho de un reducto subjetivo de irracionalidad frente a esa constitución lingüística intersubjetiva de una racionalidad fuerte. En primer lugar afirmando el carácter necesariamente particular y contingente de todo contenido de la experiencia subjetiva “monológica” del mundo y en segundo lugar afirmando que la experiencia del sujeto individual sobre sí mismo es una autoexoeriencia de la voluntad que no permite que sobre ella se asiente ningún fundamento del conocer. Sensibilidad que solo puede dar lo particular y contingente de contenidos empíricos y experiencia reflexiva basada únicamente en la voluntad constituyen la limitación esencial de la subjetividad “monológica” que la abocan a la irracionalidad, es decir, a tener que aceptar como válido en su conocer y actuar lo que se vive sin universalidad, sin objetividad y sin idealidad. El sujeto individual queda reducido a una experiencia empírica donde todo lo más que se puede lograr es tener por válido lo creído y sentido en un impulso procedente de una experiencia reflexiva de la autoafección de la voluntad sin apoyo ninguno en una autoconciencia “intelectualista” que permita poner el yo como fundamento del conocer universal y necesario.Esto es lo que define la irracionalidad del sujeto “monológico”. 
Queda así establecido un dualismo entre racionalidad pública de base lingüístitica intersubjetiva y una irracionalidad privada con base en una experiencia psicológica entendida en términos nominalistas y voluntaristas. Frente al pensamiento de lo que aproximativamente podemos llamar la posmodernidad filosófica que trata de deslegitimar la racionalidad a base de relativismo contextualista y pragmatista y de nominalismo historicista y culturalista, afirmamos aquí la existencia de una racionalidad fuerte de fundamento intersubjetivo. Pero frente al pensamiento tardo-ilustrado de la intersubjetividad que abandona toda afirmación de una subjetividad individual como irrelevante filosóficamente, afirmamos la irracionalidad del sujeto individual como base de una esfera de vida psicológica privada sobre la que se asienta una identidad sustancial del individuo que debe ser recordada y defendida por el pensamiento frente a la exclusividad de la racionalidad intersubjetiva que intenta reducirnos a seres únicamente sociales y comunicativos.
Que hay tal esfera de experiencia de una subjetividad pre-lingüística y que no es constituida por la intersubjetividad es el motivo que se contrapone aquí al racionalismo de una intersubjetividad que parece adquirir en cierto pensamiento contemporáneo la exclusividad de la experiencia posible e incluso una primacía ontológica sobre la subjetividad individual, que se constituiría en su propia autoconciencia a partir de la comunicación intersubjetiva. Frente al pensamiento de la primacía de la intersubjetividad, alzamos aquí una protesta individualista irracionalista. 
Esto supone aceptar que existe una esfera del actuar del sujeto individual que no está sometida ni debe someterse a la normatividad de la razón práctica intersubjetiva. A esa esfera la llamamos la esfera de la vida psicológica privada, que hay que delimitar frente a la esfera de la convivencia y la comunicación intersubjetivas que debe estar sometida a la normatividad de la razón práctica que dimana del propio desarrollo de hecho de la intersubjetividad en su constitución necesariamente lingüística. Vida psicológica privada es la esfera del pensar y el actuar que son indiferentes moralmente y donde lo que se desarrolla es lo expresivo de la subjetividad y no la obligación de origen intersubjetivo de respetar unos límites del actuar orientado a la convivencia y la comunicación. Es la esfera de las “formas de vida” en las que el sujeto se expresa y se autoafirma y busca, dentro de los límites impuestos por la intersubjetividad lingüística orientada intrínsecamente a la convivencia y la comunicación, la realización de su identidad previa e independiente de toda constitución comunicativa. 
Se trata de poner límites a la racionalidad pública intersubjetiva para dejar espacio franco a una subjetividad que se expresa y autoafirma con independencia de la razón práctica que debe presidir, con sus principios universalistas, su convivencia y su comunicación sociales. Que no todo actuar del sujeto tiene una relevancia social convivencial y comunicativa es la observación implícita en la afirmación de una esfera psicológica privada de expresión y autoafirmación y no de convivencia y comunicación. No todo el actuar del sujeto es ético o político. Hay un actuar expresivo y realizativo que debe estar dentro de límites políticos y éticos, pero cuyos contenidos no sin pin éticos ni políticos, ni deben estar sometidos al universalismo de principios justos éticos y políticos.   


 

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