Pedro Estala, insigne filólogo y crítico literario
daimieleño de la segunda mitad del siglo XVIII y primeros años del XIX, que fue
amigo y colaborador nada menos que de Leandro Fernández de Moratín, Juan Pablo
Forner y Meléndez Valdés y que ocupó una cátedra de lenguas clásicas en
Salamanca, no es tan conocido y reconocido por los daimieleños como debiera,
porque en la actual sociedad el mérito de lo literario es menos reconocido que
el de todo lo que, aunque pueda considerarse también artístico, está
relacionado con la técnica, a pesar de todo lo que digan los cientificistas
(los devotos y beatos de la ciencia, que son muchos, por no decir que
prácticamente todo el mundo), que siempre se quejan de que lo
técnico-científico no es comúnmente admitido como “cultura”.
Existe
una colección de los prefacios y artículos de crítica literaria de Estala
publicada en la Biblioteca de Estudios Manchegos (2006) y editada por la
doctora María Elena Arenas, autora también de una magnífica monografía (“Pedro
Estala. Vida y obra”) sobre el ilustre crítico daimieleño publicada por el Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (2003), que nos muestra toda la
importancia teórico-literaria de Estala y nos lo presenta como totalmente
inserto en la vida literaria de su época y como partícipe principal en las
polémicas estéticas de esa época.
Como
señaló don Jesualdo Sánchez Bustos en su intervención en las últimas Jornadas
de Historia de Daimiel, donde habló de pasada de Estala, este importantísimo
daimieleño es alabado por Menéndez Pelayo en su imprescindible “Historia de los
heterodoxos españoles”.
Por
cierto que la doctora María Elena Arenas nos informa de que Estala era conocido
por sus compañeros, como era costumbre entre los literatos de su época, con un sobrenombre pastoril ,que era el de
Damón , que parece una forma castellanizada de “daimon”. ¿Tendrá esto algo que
ver con su procedencia de Daimiel, pueblo cuyo topónimo es coincidente en su
raíz con esa palabra griega?