domingo, 24 de abril de 2016

OTRO COMENTARIO FUTBOLÍSTICO

Hoy hay jornada de fútbol y el mismo amigo de Facebook me vuelve a pedir un comentario sobre el particular.
El fútbol se nos ha hecho imprescindible y no podemos concebir la normalidad de la vida sin él. Además, y como decía Vázquez Montalbán, usando sarcásticamente una expresión de Jiménez Losantos, la Liga Nacional de Fútbol parece ser lo único que queda de España.
No tengo los conocimientos necesarios para participar en los sesudos análisis técnicos a los que ha dado lugar el proceso de racionalización que el juego futbolístico ha sufrido, igual que todas las grandes manifestaciones de la cultura occidental, como estudió magistralmente el sociólogo alemán Max Weber. Así que volveré a recurrir a unas pocas valoraciones basadas en el significado sociológico y cultural de los equipos que se disputan el campeonato.
El llamado Atleti sigue ahí en liza como equipo advenedizo al que los verdaderamente grandes no deberían haber dejado ninguna oportunidad. Parece ser que en tiempos de Franco se decía que el Atlético era un equipo proletario y se lo contraponía al carácter progubernamental y elitista del Madrid. Pero yo he podido observar que el grueso de los seguidores del Atleti más que al proletariado pertenecen a una pequeña burguesía, tal vez ínfima, especialmente adicta al fútbol y al filisteísmo deportivo. Conozco a madridistas a los que, como me ocurre a mí, el fútbol les da igual, pero todos los seguidores del llamado Atleti son fanáticos.
El Barça (o el Farsa, como dicen sus detractores) recupera sus bríos y con ellos vuelven los temores del españolismo futbolero y no futbolero. Que los nacionalismos actuales (sea el español o el catalán) tengan que recurrir como a una de sus señas de identidad esenciales a equipos de fútbol es una prueba de la pobreza cultural y la decadencia teórica que actualmente sufre la ideología del apego al terruño o a la patria.
El Madrid por su parte continúa aspirando al título. Tal vez este equipo esté asociado no solo al nacionalismo español sino también a cierto pijismo y a cierto clasismo, pero, como ya dije, sigo sintiendo una vinculación afectiva especial hacia él anclada en sentimientos atávicos procedentes de mi infancia. La afición al fútbol y al deporte en general, como tengo escrito en un artículo de mi libro en el que doy rienda suelta a mi antideportismo "intelectual", tiene un carácter de regresión a la infancia causada por la insatisfacción psicosocial que provoca el carácter humanamente no realizativo de la vida bajo las condiciones del capitalismo tardío.
Si mi amigo me sigue pidiendo comentarios sobre las jornadas de fútbol voy a tener que releerme el libro "El fútbol: mitos, ritos y símbolos" de Vicente Verdú y leerme la sociología del deporte de Norbert Elias porque si no, no sé lo que voy a decir...

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