viernes, 8 de junio de 2018

NEGACIÓN DEL AMOR





El volcán de caricias y de besos
arroja el siniestro fuego del alma profunda,
toda la miseria de la muerte y de la nada:
inconsciencia, pecado, esclavitud, error, mal.

Tiene que negar y vencer la libertad
el engañoso promontorio del deseo
que quiere alcanzar sensación suprema
y nos despeña en dolor arrepentido.

Suspiros y espasmos de la gloria de los cuerpos
son el engañoso éxtasis del caos de la materia
y la necesidad de un ansia inconcebible
que nos arrastra al incansable sinsentido.

La celebración sofocante del placer
es olvido del dolor esencial del mundo
que nos obliga a la constante alerta
del esfuerzo del espíritu y la castidad.

No es más profundo el placer que el dolor,
aunque Nietzsche y los amantes lo dijeran,
y es deber ideal del alma elevada
la compasión de Parsifal y su renuncia.

La felicidad de los amantes extasiados
siempre ríe del sufrimiento de la Redención,
como Kundry en la Pasión de Cristo,
y cree tener ya la plenitud de lo humano real.

Ni el placer del alma en pasión calmada,
ni el gozo del cuerpo que se sabe amado
son el fin supremo del espíritu triunfante
que persigue el Bien y la Verdad conscientes.


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